EL MUDO,
Tajo Bajo, 23 de abril de 2013
En la tarde de
ayer se presentó en la sede del Ilustre Colegio de Veterinarios del Tajo Bajo
un manifiesto titulado “Los escraches son una animalada”. En este documento
elaborado por los profesionales de la salud animal de la comarca del Tajo Bajo
se pone de manifiesto el rechazo frontal de este colectivo al incesante acoso
callejero de que son objeto nuestros políticos. Según el escrito hecho público
ayer, el escrache es un método demasiado inhumano incluso para los bicharracos
que integran la clase política de nuestro país. "No podemos ser tan bestias
como ellos son con los ciudadanos a los que gobiernan, pero tampoco podemos
quedarnos de brazos cruzados", argumentan los veterinarios. Y se
preguntan: ¿Somos hombres o somos ratones?, sembrando la duda en el corazón de
este corresponsal, que es un amante apasionado de los quesos.
Según el
manifiesto presentado, el escrache es injusto porque la mayoría de estas
alimañas públicas han trabajado con ahínco por el interés común (a todos ellos
le interesaba lo mismo: trincar la pasta) y en defensa de nuestra economía
(sobre todo de la industria cárnica, disparando la producción de chorizos).
Además, muchos de ellos se han entregado a su vocación política con estricta neutralidad
(ingresando estrictamente todo lo que han robado en bancos de un país neutral
como Suiza) y abnegación (se sacrifican por nosotros y se niegan a dejar sus
cargos).
Para los
veterinarios, el escrache es método indiscriminado pues, además de afectar al
bicharraco en cuestión, tiene efectos negativos sobre criaturas inocentes (vecinos,
mascotas, suegras…) y es de escasa eficacia porque la sabandija vuelve a chupar
de la teta pública al día siguiente del acoso, como si nada. A todos estos
inconvenientes, habría que sumar el alto coste en términos de desgaste del
personal y dinero (a los participantes les cuesta una pasta coger el metro o el
bus para desplazarse a los puntos de protesta y los despliegues policiales para
proteger a estas garrapatas nos cuestan un pastón a todos los ciudadanos).
Tras este lúcido análisis
de la situación, el colectivo de veterinarios del Tajo Bajo, acostumbrado a lidiar
con toda clase de bestias, propone una serie de técnicas adecuadas para
neutralizar a nuestra clase política. Son métodos definitivos, de eficacia
probada en otras sabandijas y que resultan más humanos que el escrache, como por
ejemplo:
-Castración química o quirúrgica (especialidad de los
profesionales de la comarca del Tajo Bajo) del espécimen, que evitaría, por un
lado, que en adelante volviese a gobernar “por cojones” y, por otro lado, la
reproducción de una especie tan dañina para la sociedad.
-Amputación selectiva de extremidades. Ya se sabe que
chimpancés y políticos son los animales que más larga tienen la mano en
relación con el tamaño de su cuerpo, si amputamos la extremidad superior a
estos primates (a los políticos) nos ahorraremos que en el futuro vuelvan a
poner la mano para recibir sobornos o que la metan en las arcas públicas.
-Extirpación de las cuerdas vocales del bicho. Esta técnica,
utilizada habitualmente en cánidos, podría aplicarse con total garantía a
nuestros servidores públicos –al fin y al cabo, las hienas son parientes de los
perros- para que dejasen de prometer cosas en sus declaraciones de campaña
electoral que no cumplen cuando llegan al poder. Además, se terminaría con la
inevitable subida del pan que se produce cada vez que abre la boca alguno de
nuestros ministros.
-Lobotomía, adecuada para tratar los casos de cretinismo tan
frecuentes entre los gobernantes de este país. La técnica ya se utilizó con notable
éxito durante la epidemia de las vacas locas y su aplicación a la clase
política está indicada por la cercanía anatómica (en el colectivo abundan los
cornudos) y psicológica (también hay mucha loca).
-Eutanasia activa para los individuos de más gravedad y
pronóstico fatal. Cuando la sanguijuela no es recuperable para la sociedad, hay
que evitarle el sufrimiento de una vida en los bajos fondos públicos. Este es
un método indoloro y fiable muy usado en toda clase de animales domésticos, de
manera que tras su aplicación el parásito dejará de robar de forma definitiva.
Como dicen los veterinarios: “Muerto el perro, se acabó la rabia”
Todos estos
tratamientos se realizarán de la forma menos cruenta posible y siempre con la
aplicación de la oportuna anistesia
local (antes de la intervención y con una botella de Anis del Mono, se arrearán
al bicho los porrazos necesarios, localizados en la parte occipital de su cráneo,
para dejarlo sin sentido).
Los veterinarios
ponen a disposición de los afectados una atractiva tarifa reducida: mientras
dure la promoción, sólo cobrarán una cantidad simbólica –que podría salir del
sueldo y las dietas que perciben los gusarapos políticos- para cubrir los
gastos de material y mantenimiento de las clínicas, renunciando los
profesionales de la salud animal a sus honorarios. De forma que, si su
propuesta fuera aceptada mayoritariamente, supondría un alivio de miedo para
las arcas públicas (ahorro en mordidas vampíricas, AVEs zombis, dietas de
licántropo, aeropuertos fantasmas, etc.), que se concretaría en una disminución
aproximada de un 80 % del déficit publico del Estado. Y, a los ciudadanos, nos
ahorraría el padecer los desastrosos efectos de sus políticas raposas y
porcinas.
El Ilustre
Colegio de Veterinarios del Tajo Bajo también hace mención en su escrito a la
interesante posibilidad de ampliar su promoción a colectivos de características
similares al de los políticos, como banqueros, miembros de la Familia Real , cuñados
insufribles…
A la hora de
publicar esta crónica periodística, la propuesta ya ha sido remitida a los
órganos directivos de las formaciones políticas de nuestro país y ha tenido
entrada en los registros oficiales de los Gobiernos, Parlamentos, Asambleas, Diputaciones,
Consejos Comarcales, Cabildos, Mancomunidades, Asambleas de barrio, Comunidades
de vecinos y Peñas futbolísticas de toda nuestra geografía.
Esta revolucionaria
iniciativa abre un camino hacia la esperanza. No está todo perdido. Utilizando
la imaginación para luchar contra la crisis, los veterinarios intentan paliar
la caída de clientes en sus clínicas a la vez que se comprometen activamente para
liberar a nuestra sociedad de ácaros y demás parásitos ibéricos de forma
civilizada. Esperemos que su ejemplo marque tendencia y otros colectivos profesionales
de importancia estratégica, como tertulianos de Telecinco, concursantes de
Splash y criadores de ladillas, se impliquen también para que nuestra sociedad
no se deshumanice y ningún animal, por muy abyecta que sea su condición, sufra
de forma innecesaria.
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