Aún no había transcurrido
un mes desde que el Ministerio desmantelara una peligrosa banda de inspectores
de Hacienda que pretendía hacer su trabajo de forma impecble. También estaban
recientes varios casos de jueces subversivos que, empeñados en aplicar la ley a
todos los ciudadanos por igual, habían tenido que ser separados de sus cargos
tras la oportuna intervención de la Fiscalía Anticorrupción.
El populacho estaba nervioso y los hombres de buena voluntad veían peligrar su
paz.
Pocos días antes de nochebuena, el Ministro de
Justicia ordenó retirar el spot publicitario de la Lotería Nacional y miembros de
la guarnición de seguratas de Televisión Española detuvieron al autor, un
conocido proabortista, porque su trabajo incitaba descaradamente al aborto
(después de verlo, las gestantes tenían un deseo irrefrenable de interrumpir su
embarazo para evitar a sus nascitorus el sufrimiento de vivir entre los
terroríficos engendros que aparecían en el anuncio).
En las mismas
fechas, miles de efectivos del Cuerpo Nacional de Conserjes y Porteras
Uniformadas llevaron a cabo una brillante operación en la que se arrestaron a
todos los miembros de la conocida banda terrorista PANDER-ETA, que pretendía
sembrar el terror en todo el territorio nacional armados con zambombas y
panderos pidiendo el aguinaldo mientras interpretaban villancicos de puerta en
puerta sin permiso previo de la
Delegación del Gobierno.
Por otro lado, centenares
de agentes uniformados del BOBU (cuerpo de bedeles, ordenanzas, botones, y
ujieres) realizaron una redada inspeccionando los belenes instalados en los
edificios del país. Así, fueron desalojados de todos los nacimientos José,
María y el niño Jesús por ocupar ilegalmente el Portal de Belén (monumento
histórico-artístico protegido por la ley). También se detuvieron a un número
indeterminado de belicosos pastorcillos que se opusieron al desalojo. Además,
se multó al buey y la mula, por ensuciar con sus deposiciones un edificio de
interés histórico y a los propietarios de los nacimientos que tenían entre sus
figuritas la del caganer por atacar a la decencia y moral pública.
Brigadas de gorrillas desplegadas por todas las ciudades multó a miles de individuos
que asaltaban a los viandantes armados con sonoras campanas y les lanzan
consignas subversivas (¡Oh, Oh, Oh!) mientras intentaban camuflar su identidad
con un disfraz rojo y una barba postiza blanca que cubría su rostro e impedía
su reconocimiento. Y un comando especial de la plantilla de auxiliares de vuelo
de Iberia detuvo a Rudolph , el reno, apenas tomó tierra en el aeropuerto de
Barajas por pilotar el trineo bajo los efectos del alcohol ya que presentaba
evidentes síntomas de embriaguez (era incapaz de repetir “Pablito clavó un
clavito, ¿qué clavito clavó Pablito?” y llevaba la nariz roja).
En Nochebuena,
miles de adultos fueron multados por eructar o lanza a la atmósfera gases
invernaderos por vía anal durante la emisión del discurso de SM el Rey y los
bebés que hicieron popó se quedaron sin postre aquella noche. Además, fueron
sacrificadas más de cincuenta mil mascotas que emitieron algún sonido
irreverente (ladrido, maullido, ronroneo, gorjeo…) mientras sonaba el himno
nacional.
Todos los
vigilantes de parking del país desplegaron una operación conjunta el último día
del año para atrapar y multar a los energúmenos que abarrotaban las plazas
públicas alrededor de las doce de la noche, por asistir a concentraciones
previamente no comunicadas y por lo tanto no autorizadas por la Delegación del
Gobierno. En Madrid, la alcaldesa estrenó el camión antidisturbios con cañón de
agua para dispersar al gentío de la
Puerta del Sol lanzando por su cañón relaxing café con leche.
Y miembros del CACA (Cuerpo de Agentes Controladores de Accesos) repartidos por
todos los cotillones celebrados en nuestra piel de toro, multaron a cientos de individuos
que enmascaraban su identidad disfrazados con antifaces, gorros ridículos y
narices con bigote postizo mientras ejecutaban todo tipo de conductas
sospechosas en los tiempos actuales: sonreír, cantar, abrazarse…
En toda España,
miles de inmigrantes ilegales disfrazados de Reyes Magos fueron arrestados durante la cabalgata del día cinco
de enero por comandos especiales de revisores de la RENFE para ser repatriados en
tren a sus países de origen. La cabalgadura del rey Melchor fue detenida en
Madrid acusada de tráfico de drogas ( el aspecto del animal despertó las
sospechas de los avispados guardias jurados del zoo y, tras un largo interrogatorio,
el facineroso bicho terminó confesando ser un camello). En Barcelona, los niños
de la Escolanía
de Montserrat multaron con 3000 euros a un grupo de padres que hacían fotos
impunemente a sus niños junto a las carrozas reales cuando la cabalgata pasaba
frente a un edificio oficial de la Generalitat y les obligaron a borrar las
imágenes. Todos los pajes de la cabalgata de Valencia -muy probablemente manteros
disfrazados- fueron dispersados a garrotazos por una cuadrilla de respetuosos
controladores de obra gitanos cuando la comitiva real pasaba por delante de un
edificio en obras del casco histórico. Además, les fue requisada la mercancía –supuestamente
copias ilícitas de gran calidad de juguetes de marca- para que los churumbeles
de los controladores comprobaran fehacientemente la legalidad de las copias
jugando con ellas en chabolas y descampados.
Pero no hay mal
que cien años dure. Pasadas las fiestas, volvió la Liga y la Champions. Con el
primer partido, remitió la violencia del populacho y regresaron las pacíficas
manifestaciones culturales de los hinchas de los equipos de fútbol. Todo legal
y ordenado gracias a la autorización administrativa concedida por la Delegación del Gobierno
para toda la temporada: cada seguidor podía romper un escaparate, lanzar cariñosamente
cien botellas de vidrio a la policía y quemar un máximo dos contenedores de basura
por partido. Y, cada semana, la misma apacible rutina. De nuevo los hombres de
buena voluntad podían disfrutar de su paz.
FELICES FIESTAS